Dejamos el corazón en la cama, debajo de un par de inútiles sábanas polvorientas, escondido; sudamos placer por todos y el más minúsculo poro de nuestro ser; la prosa de los besos fue fluida a pesar de lo inestable del colchón y el incesante y violento meneo… lo único que nos faltaba era aire, nos sofocábamos en sueños, sólo las velas absorbían el calor inherente a nuestro deseo y acabaron por consumirse en el silencio de sus gemidos y el crujir de mis huesos veteranos.
Debiste marcar de nuevo, tal vez la conciencia me hubiera aniquilado el deseo y acuchillado el momento. Sin embargo, me vi presa del ideal tóxico que corría por mis venas y no me pude dejar escapar de ella y sus rodillas bien torneadas, de ella y sus suculentos muslos, de ella y su soledad. Ambos permitímosle al ruido la entrada a nuestros cuerpos, así cubrimos sigilosamente el alma propia y nuestras pocas y risibles ilusiones conjuntas; esos idílicos e infantiles pensamientos que tiempo atrás nos indujeran a jugar la maquiavélica partida del destino.
Supuse amargamente que tal vez mi fuerte no era el amar y abandoné una vez más mi cuerpo hacia el suyo, nos balanceamos al son de un vals sin ritmo ni música, bailamos por primera vez en la vida, ella sin vestido y yo sin ganas, todo era perfecto y mientras ella se desdoblaba entre mis piernas, imaginaba yo que así debieron ser los bailes pomposos, los importantes, aquellos antiquísimos donde –en alguna vida análoga– me quitara el sombrero ante la majestuosidad de su belleza y ella, con una sonrisa tímida, angelicalmente fugaz me tendiera la mano para deslizarnos en la pista y hacer el amor jugando a ser presuntuosos.
El vaivén terminó mansa, tiernamente; fusionados por completo sus senos con mis costillas nos besamos ya sin muchas esperanzas, incluso después de bañarnos bajo el titubeante chorro del agua, de comer y de reír cada tanto, la mirada no le cambió, parecía ella triste, desangelada, extravió el brillo al momento de perder por instantes también la vida, todo parecía quebrantarse a través de su presencia. Mi cuerpo, mi mente y su alma se resquebrajaban al compás de su respiración, la casa entera giraba, giraba y giraba en torno de un holocausto de sentimientos encontrados y vicisitudes radioactivas, el boleto en la mesa contaba amenazadoramente los segundos y hostil me recordaba que ella no me pertenecía ni a mí, ni a nadie, ni a ella misma.
Y así, sin más, después de amarnos, de olvidarnos, de estar y no ser, después de ella y de mí, finalmente, después de todo y nada a la vez, sabríamos que no habríamos de vernos nunca jamás.
Desde: Mexico City, SALE: 21:00 hrs.
MEXICO (MEX) SAB, 31 MAY
Hasta: Nunca Jamás LLEGA:
Terminal de Salida: TERMINAL 03 DURACIÓN:
Terminal de Llegada: TERMINAL 01 CLASE: Económica
Transporte: Ferry 218739
Comida: Comida CalienteDebiste marcar de nuevo, tal vez la conciencia me hubiera aniquilado el deseo y acuchillado el momento. Sin embargo, me vi presa del ideal tóxico que corría por mis venas y no me pude dejar escapar de ella y sus rodillas bien torneadas, de ella y sus suculentos muslos, de ella y su soledad. Ambos permitímosle al ruido la entrada a nuestros cuerpos, así cubrimos sigilosamente el alma propia y nuestras pocas y risibles ilusiones conjuntas; esos idílicos e infantiles pensamientos que tiempo atrás nos indujeran a jugar la maquiavélica partida del destino.
Supuse amargamente que tal vez mi fuerte no era el amar y abandoné una vez más mi cuerpo hacia el suyo, nos balanceamos al son de un vals sin ritmo ni música, bailamos por primera vez en la vida, ella sin vestido y yo sin ganas, todo era perfecto y mientras ella se desdoblaba entre mis piernas, imaginaba yo que así debieron ser los bailes pomposos, los importantes, aquellos antiquísimos donde –en alguna vida análoga– me quitara el sombrero ante la majestuosidad de su belleza y ella, con una sonrisa tímida, angelicalmente fugaz me tendiera la mano para deslizarnos en la pista y hacer el amor jugando a ser presuntuosos.
El vaivén terminó mansa, tiernamente; fusionados por completo sus senos con mis costillas nos besamos ya sin muchas esperanzas, incluso después de bañarnos bajo el titubeante chorro del agua, de comer y de reír cada tanto, la mirada no le cambió, parecía ella triste, desangelada, extravió el brillo al momento de perder por instantes también la vida, todo parecía quebrantarse a través de su presencia. Mi cuerpo, mi mente y su alma se resquebrajaban al compás de su respiración, la casa entera giraba, giraba y giraba en torno de un holocausto de sentimientos encontrados y vicisitudes radioactivas, el boleto en la mesa contaba amenazadoramente los segundos y hostil me recordaba que ella no me pertenecía ni a mí, ni a nadie, ni a ella misma.
Y así, sin más, después de amarnos, de olvidarnos, de estar y no ser, después de ella y de mí, finalmente, después de todo y nada a la vez, sabríamos que no habríamos de vernos nunca jamás.
Desde: Mexico City, SALE: 21:00 hrs.
MEXICO (MEX) SAB, 31 MAY
Hasta: Nunca Jamás LLEGA:
Terminal de Salida: TERMINAL 03 DURACIÓN:
Terminal de Llegada: TERMINAL 01 CLASE: Económica
Transporte: Ferry 218739
Se Permite Fumar: NO