viernes, 14 de septiembre de 2007

Estrellas Fulgurantes

Cuentos de terror y un puñado de estrellas fulgurantes en el cielo raso me estrangulan. Reposas tranquila en el sofá, de costado, sin maquillaje, con la bata de seda abierta hasta donde se fusionan tus piernas y abres los ojos exclusivamente para preguntar si en la historia mueren todos. Enmascaro un instante la mirada perdida, inmediatamente me clavo en las transparencias del vestido; tanto en los insolentes pliegues de la ropa como en los prosaicos dobleces propios de tu personalidad; y así caigo hechizado en el suave movimiento de tus caderas. –Todos sin excepción– te contesto sin disimulo.

Me poso cautelosamente a tu lado, resbalo mi dedo índice por el terciopelo rojo del sillón e intento acariciar tu rodilla, pero tú te levantas, apartas bruscamente tu cuerpo de mi lado y paseas dando tumbos alrededor del cuarto. –Cuéntame más– me suplicas con una mirada tierna y un acercamiento suspicaz, mientras tanto, abandonas tu lugar y te deslizas hacia la cama, gateas por encima de las sábanas blancas y te tiendes en posición fetal.

–Pensé que al saber el final ya no querrías conocer el resto– lo niegas con la cabeza y me respondes que –Las historias son como el amor, un juego de intriga y emoción que nos carcome los sesos y destroza el corazón–. Terminas la frase después de varios suspiros, volteas el rostro hacia una almohada y le regalas tu espalda a la intemperie. Alcanzo a observar el patrón de lunares que componen la constelación de mi delirio a través de la ropa, yo estupefacto y tú impávida, tú viva y yo muerto. Después de unos instantes, me encuentro abrumado en el sopor y perfume que emanan tus labios, intento mover las piernas mas algo me lo impide, de pronto y leyendo mi pensamiento te incorporas despacio, primero, girando para observar el firmamento habitacional y erigir un momento de creatividad e ilusión: señalas un par de imperfecciones en el techo, las hilvanas dulcemente y das vida a una catarina roja de motas negras, con alas reprimidas y tímidas antenas. Recupero la conciencia y abro de golpe la ventana. Terminas por levantarte, te apoyas sobre una rodilla y se te descubre un muslo, ruego por que pase lo mismo con la otra pierna pero brincas para tomar tu creación animal en el aire límpido. La acarreaste al dorso de tu mano y después de admirarla con melancolía la aventaste a la realidad.

Te paras en frente de mi y deslizas el pedazo de tela que pretende esconder la decencia que aun nos separa por los días y nos unía en las noches. Intento tocarte, casi no miro tu cuerpo, podría describirte de memoria, recuerdo la longitud de tus brazos, podría decir cuantas cuartas necesito para tocar tus hombros y cuantos pasos necesito para rozar tu cuello con mis mejillas; tu das un paso para atrás. Puedo también asegurar que sabes a fresas, que tus labios están fríos y que ahora sólo juegas conmigo. Me clavo en tu mirada y tus ojos me parecen cada vez más lejanos y vacíos, no encuentro tu pupila. Intento de nuevo tocarte, exhalas un vapor enigmático, hace frío afuera, adentro, el cuarto hierve y mi cuerpo arde en deseo; retrocedes de nuevo. Persisto en los intentos, sigo contando la historia. Llegas hasta la cama, me muestro ansioso, mi respiración se torna potente, las pupilas se me dilatan, trompicas con el borde y caes desnuda de espaldas al lecho. Me abalanzo sobre ti pero eres ágil. Ágil y hermosa.

Me desplomo. Demasiada intensidad y esfuerzos por seguir contigo y tu te largas. Me enrosco a lo largo del catre, cierro los ojos, extiendo los brazos y alcanzo una almohada. Siento tu presencia a mi lado, sentada al borde de la cama. Abro los ojos. Sollozas de manera refinada y te vuelves a parar.

–Entonces, ¿cuál es el final?– me preguntas a media voz. Consternado te digo que ya te lo había contado y que no cambia, las personas siempre mueren aunque sea en forma de olvido. –Entonces olvídame– me reclamas, –No puedo– sollozo.

Por primera vez te siento cerca de mi cuerpo, te arrejuntas al calor, te encorvas y me miras plenamente el rostro. Trato y trato fuertemente de recoger el aire suficiente pero me rindo y lo exhalo, partido por la mitad, en un segundo.

–Te extraño más que a las catarinas– y una lágrima roda desde mis párpados, tocando la nariz y pidiendo perdón a mis labios.

–¿No quieres cambiar el final?– me preguntas en tono de petición. No puedo –te contesto– Así debe ser.

–Entonces, apaga la luz–. Me acerco desilusionadamente al buró y tomo la correa mágica que hace funcionar a la lámpara y antes de tirar de ella te digo –Si quieres, podemos terminarlo en ‘vivieron felices para siempre’... pero perdería todo sentido– acercas mucho más tus labios a mi espalda, –O podemos dejarlo en fin– me imploras –Pero apaga ya la luz que necesitamos descansar– tiro del cordón, medio dormido,
–Entonces apaga la luz y vuélveme a amar–. Me vuelvo para abrazarte y observo como te elevas siendo ahora un vapor purpúreo que me sigue y no me deja respirar.

sábado, 25 de agosto de 2007

First Date

Office. The first time the phone rang, she made me shudder the anxiety for the unknown; I was kind of nervous, feeling the throbbing toothache of those words reverberating in my mind, honestly, I was just waiting for the hour to arrive. My imagination shaped her; the fragile features of her face, the silhouette of her legs, the blonde skin... the red dress … I can certainly assure it... by the pitch of her voice. She sounded mysterious, black high-heeled shoes, the only words that she pronounced were the ones that enhanced my curiosity –Please arrive on time, remember, our date is at 7:30 p.m.; I will meet you at Madero Street, Number 16– and she hang up the phone.

I couldn’t even reply that maybe it was a confusion, I didn’t expect a date neither I recognized that suggestive voice. It was early; the clock didn’t exceed the four o’clock. –She won’t talk again…– Strangely, that forbidden instinct, the seduction... A desire, a thought, the temperature, the season, all, but she... She was the one that drove me crazy. The mysterious voice came on clue, it seemed to became familiar at the time the minutes runned out of my hands and the confidence while she spoke, softly, reaffirmed. Now, it wasn’t my bussiness phone, a private number appeared in my cell phone’s screen nearly 6 o’clock. The same voice, the same legs, the same feminine image that hypnotized me two hours ago was whispering at me in the sweetest way I’ve ever heard a woman talk to a man. She repeated those, now, magical words “Hello there! Do you remember me!? Please arrive early, you would make me very sad if not” once again she cut of the call before I could say a word. My heartbeat increased just as a kid's who eagerly waits for the night that separates him from their Christmas gifts. The intrigue invaded my whole body, I can’t wait until 7:30 to meet this girl. She’s sweet, mysterious, possess a sexy voice that even describes me how violent is the color of her eyes. So, what should I do? Why am I so impatient to be face to face with the female that before 4 o’clock was out of my life?

I wished the ninety minutes that separated me from my destiny disappeared. Half an hour after, the cell phone started to vibrate rhythmically in my pocket; now it was my turn, “Be sure that I would be there right on time” and immediately I shut it down. Now I was playing too. Now the calls were no more a game or a mystery; in fact, they were evolving into a necessity. I got home, my mind wasn’t thinking, it was only acting in that routine I’ve been living the last cold years. A question emerged in my head as the phone rang. My right hemisphere told me not to answer the call, to keep going, to let it flow. I couldn’t resist, the question in my head complained and asked for liberation. The sweet voice now sounded supplicant, both of us attempted to say the very first word, I decided to go first without saying anything. “How am I supposed to recognize you?” –I’m quite sure you will; without a single problem– the call ended mutually. Time was going so slowly that I couldn’t stand it. The voice went down directly to my sub-conscience. There were some minutes left so I decided that I will arrive to my date walking and, of course, early as the voice that yet had stole my thoughts asked me for.

Remote, the street was not more than two, maybe three blocks away. The vice was the only thing that consigned a little bit apart that seductive illusion. I stopped to buy one of those tubular cancer containers. I got a large inhalation. The smoke perceived the yearning of my body and stuck with me. Other momentaneous drug occupied her place. The words in my head were repeated over and over again in such a melodic way that if I had a pen, I will, probably, start writing a pop song; hell yeah! one of those that have a easy-to-remember rhythm that even the ones that hate comercial music will move their feet rhythmically when they hear it. These thoughts of my feet dancing alone in one street and the puff I gave to my cigar stole me about two minutes.

Finally, around 50 meters separated me from the place that would give me glory and happiness and that would kill forever all the doubts that I had since 4 o’clock. Suddenly and oddly, a car jumped over the stool and ran over a young, beautiful woman that was waiting somebody, she was standing near the corner where I was supposed to be. Red dress, black stockings, engagement ring in the left hand... People clustered and in the middle of the public hysteria I gave my way through. The clock marked 7:30. In the crowded place of the accident I visualized the corpse of the victim. A nasty cold drop of sweat traveled all along my back and, speechless, I gave two backward steps. Left foot first, my torso bent, some hairs collapsed and I lost the breath. I turned around and left that place slowly at the very beginning, next, my legs moved as quick as my heart pumped blood to my brain and I start running as never in my life.

Home. And tranquility, solitude, I have never felt so fine. I draw the curtains, take off the shoes and laid in the oriental rug. Silence and a plain sketch of mute dreams, darkness and hectic breath and me and my soul. An empty room and the phone rang. I certainly forgot the last hours but that spicy voice reminded me of the incident. An injured voice whispered:
<<
I'm so dissapointed, definitely wounded... way too sad... You simply did it. (Her sweet voice became frozenly aggressive) You've spoiled it all, I still desire your presence, your delicate face, your strong arms, your deep chest... I just wanted to have you and your soul. You just needed to arrive in time... I planned this moment since the first day you existed and you rather stopped to buy cigars... Don't fuck with me! It's your fault that I met someone else, someone unexpected, an unforeseen situation and a stupid waste of time. I will look for you in another time, meanwhile, the anxiety is eating me up, the desire is dissolving my guts and the thought of taking your heart is tearing up my corpse... Another date is awaiting us. I won't call you again, I will snatch a final breath, a final sight, a final beat and you will come with me forever... (her voice was gentle again and a seductive tone shattered my mind) You can't avoid it.
>>
She hang up the phone and my eyes needed a few seconds to recover their vivacity, without understanding it all, my fingers released the phone unconsciously, and I lulled asleep trying to forget a weird meeting and a misterious woman that I will, certainly, meet someday...

miércoles, 18 de julio de 2007

¿Y Cómo No Desconfiar?



Yo te veo y tu me miras. Revisas mi alma conteniendo los parpadeos involuntarios de tu ser, aprendes facciones y destruyes metódicamente los raros gestos de mi cara, detienes mi rostro con tu mirada. Con tu dulce mirada. Pero yo cierro los ojos, uso y abuso de ti, como no te has imaginado, como no tienes una idea, como, tal vez, tu también lo quisieras. Despierto despavorido y ruborizado también un poco. Sacudo mi cabeza anonadada y caen tres gotas delatoras, sin embargo, permanece en mí la imagen de la parte más baja de tu vientre y tus uñas despedazando mi espalda.

¿Y cómo no desconfiar, si perturbado me entremeto por las calles intentando perder en olvidados callejones a mi persecutora? Superlativa cuando pozo la luna en la esquina superior diestra de mi espíritu, minimalista tanto me resguardo neurótico de las torretas patrulleras propias de una muerte periódicamente ordinaria. Ergo el último rojiazul resplandor policiaco me ensordece y la nereida desafinada me ciega. Refrescante olor a fresas carcome mi memoria pero devuelve los sentidos, y mi ruta de camión llega de improviso. Abordo, o subo, tal vez ambas aunque en el piso sólo se coloree la mitad de mi pisada. Mi fantasma permanece en la esquina por temor a tantas cosas: a la oscuridad, a la música y al homicida del transporte. Me despido de mi espectro resbalando mis miradas hacia el piso y deslizándome a la parte trasera; de reojo, por la ventana, observo que corro tras el rastro purpúreo de tu ser. Se dibujan ondas. Curvaturas que explican humeantemente que me extrañas, pero que aún así puedes vivir.

¿Y que hago yo para no sospechar, si las manecillas siguen retumbando en mi hemisferio derecho? Después de bajar, o saltar, tal vez ambas, del camión, decido que en este preciso momento devoraría mi cabeza si estuviera cubierta de caramelo suave. Saltos ágiles para cruzar la avenida con el aire ligero y mi mente en el Kilimanjaro. Luego las llaves, la visión de tus labios, las dos vueltas a la cerradura y el recuerdo de tus ojos entreabriéndose para despedirte una vez más.

Te extraño.

La puerta abierta, chirrido, la puerta cerrada, pasos imperceptibles en la negrura, los 20 escalones, fuera zapatos, el pantalón resbala y mis piernas se hielan, la camisa deserta y tras de ella me escondo en el silencio, y yo me confundo entre las sombras, me clavo en una sucia y solitaria cobija. Apago las luces y desvanezco entre las paredes. Yo me esfumo. ¿Y como no asustarse?

¿Entonces, velado todo esto, que tan costoso sería pagar las secuelas del revoltijo de tu rareza con mi anormalidad? Algo así, algo tan repentino, algo que sucede, algo tan vacío que llena, algo que sucede en quince minutos y que es atacado por las prioridades, algo que está ahí y que disimulamos. Aparentar. Ser. Estar. Querer. Amar a tientas y con un hueco en las entrañas, pero amar. Tan sólo quiero saber que es lo que piensas, tan sólo besémonos una vez más con el alma, para volver a respirar.

lunes, 4 de junio de 2007

Hoy Tuve Tiempo


Hoy tuve tiempo de desayunar en mi cama, de tomar la leche fría, de saborear sorbo a sorbo y trago a trago lo dulce de esa nueva marca que compras en la bodega gringa –tiene más consistencia –me dices cuando estamos callados y necesitamos alivio. Dejo el vaso, suspiro largamente, me abalanzo sobre mi brazo izquierdo, parpadeo por decenas y termino de despertar bostezando. Con gran esfuerzo pero renovada energía; me sostengo durante un instante sobre el alter-ego del primer brazo y lentamente me incorporo tratando de hacer tronar mi médula espinal. Unidas las piernas, en posición de ejercitar los abdominales y hacer gimnásticos, traslado hacía la derecha ambas piernas, las desdoblo y cautelosamente poso los pies unos centímetros arriba de las tiras de madera que conforman el piso de la habitación. Por ser jueves, insisto en la peligrosidad de adelantar el pie izquierdo del diestro a dejar el mundo de las fantasías y colocarlo en el de la agonía, y me impulso con ambas manos hacia el aire para asegurar la permanencia y colocación de ambas extremidades en un mismo lapsus.


Hoy hubo tiempo de prender el boiler para bañarme con agua sumamente caliente. Con la bata de franela puesta y las perillas de aluminio inoxidable frente mío, decidí desnudarme y refrescar mi alma de los calores veraniegos. Disfruté el bendito chorro de agua que por lo general maldigo por las urgencias ocupacionales e inclemencias del tiempo; shampoo rojizo olor manzana y densa espuma para afeitar me dieron la clave de una cabeza fresca. Hidratados hilos, recorren mi cuerpo y pelean a muerte con el pedazo de tela marítimo, ayudo un poco al némesis del cuerpo acuoso y sigue siendo temprano.


Tirado sobre el sofá, increpo a los dioses más salubres días como hoy. Me encojo y recuerdo mis felices e inmemorables días fetales, cierro los ojos, vuelvo a parpadear y estiro todo mi cuerpo de manera repentina, los brazos al aire, la piernas extendidas, la bata abierta y el sexo sin censura me causan un grito de júbilo y liberación. De la misma forma que me metí al mundo de los vivos horas antes, me aviento a la realidad controlada por las leyes de ética y moral y pienso en lo prudente que sería salir vestido a la calle. Y si no usara ropa interior– no se si lo dije o lo pensé, pero no importa porque el inconsciente habló por si mismo. Sin calcetines, al contrario de la mayor parte de los hostiles días, me quedo observando detenidamente mis falanges inferiores. Me paro nuevamente de mi lugar, me encorvo lo suficientemente necesario para ver con el alma mis portadores de zapatos, tomo la toalla que se encontraba asentada en el respaldo del sillón y entiéndase esto: Hoy me dio tiempo de cortarme las uñas.


Recorto un poco más esta y un poco menos la otra; una sale disparada y me divierte el soñar despierto que se le clavara a alguien en un ojo como en las películas de antaño. Hoy tuve tiempo de pensar todo esto, hoy tuve tiempo de imaginar, de crear, de pegar colores a las paredes de tirol blanco, de abrir las ventanas y saludar a la vecina, también tuve tiempo de verla contonearse mientras tendía la ropa y dibujarme un gesto de satisfacción en todo el cuerpo. Hoy tuve tiempo además, de tomar el camión temprano, tuve tiempo de saludar al chofer del camión al subirme y no molestarme porque solamente me preguntara a donde iba: –¡Ay vamos! Si ya sabes donde me bajo amigo, siempre corro intentándote alcanzar cuando ya vas en la siguiente parada y tu aceleras más –pensé, pero jamás te he guardado resentimiento, siempre me molesto conmigo y me reprocho el ‘hubiera’. Hoy tuve tiempo de irme sentado y entrar a la ciudad unos minutos antes de su acabose. Hoy tuve tiempo de sonreírle a la gente al pasar cuando me veían mover los labios al momento que vibraban los audífonos con la música que ya casi no escuchaba. Hoy, simplemente ‘Hoy’ ya es tiempo y Hoy tuve tiempo de salir a tiempo y con tiempo de sobra para perder el tiempo. Hoy tuve tiempo de hacer muchas cosas, hoy caminaba feliz, hoy tuve tiempo de vivir para mí, pero olvidé llamarte.

jueves, 31 de mayo de 2007

Gracias!

A título de Luis Pescetti, les dejo esta canción, y les reitero las gracias a todos aquellos quienes hicieron de este mi cumpleaños número 19, una magnífica celebración: Y cito esta canción, porque no tengo más palabras para darles -Billy Corgan seguramente lo expresará mejor que yo- me hicieron el día, todos uds, todas esas personas tan maravillosas, que amo y que tengo en mi corazón y que muy difícil e improbablemente salgan de ese lugar que tienen reservado para únicamente uds.

Today
(Smashing Pumpkins)
Today is the greatest
Day I've ever kown
Can't live for tomorrow
Tomorrow's much too long
I burn my eyes out
Before I get out
I wanted more
Than life could ever grant
Bored by the chore
Of saving face
Today is the greatest
Day I have ever known
Can't wait for tomorrow
I might not have that long
I'll tear my heart out
Before I get out
Pink ribbon scars
That never forget
I've tried so hard
To cleanse these regrets
My angel wings
Were bruised and restrained
My belly stings
Today is
Today is
Today is
The greatest day
That I have ever known
I want to turn you on
I want to turn you round
I want to turn you on
I want to turn you
Today is the greatest
Today is the greatest day
Today is the greatest day
That I have ever known

(Mamá, Ileana [Amor], Omar, Zyania, Raúl, Jhonny, y los demás que me alegraron el día con sus llamadas y mensajitos Gaby, Abuelito, Abuelita, Tío Raúl, Karina, La Tía, Mónica, Graciela, Karlita, Darita, Nidia, Dul [Hija!], Andrea, Fer, Hernán y a los celulares desconocidos de los que me llegaron mensajitos también se les agradece héroes anónimos, los quiero, los aprecio, los adoro y amo a todos)
Gracias!

jueves, 10 de mayo de 2007

Ortográfica

Después de un largo rato de cavilación y (¿porqué no decirlo?) ociosidad, terminé por definirte. Eres de esas mujeres que desean el bien. Palabras reconfortantes y lindas encubriendo a cada sílaba y en cada acento diacrítico, más que un par de cuchillos; claro está que tanto los diptongos carceleros como los psicóticos triptongos, desvelan repentinamente una lluvia de plomo proveniente de armas de grueso calibre; imprescindible una cita es, tan elocuente eres que todo lo dices en palabras de alguien que ya lo dijo. Rectificando la ortografía en cada apaciguante error no haces más que seguir disimulándote, seguir fingiendo ser tan natural como no lo eres y terminas al pedir perdón cabizbaja. Te despides dando pretenciosas voces de aliento enmarcadas por varios huérfanos pares solitarios de signos exclamativos y yo aguardo. Instantes en la pantalla blancuzcos y silenciosos son lo más parecido a tu constancia. Desesperación / frustración y diáfano enojo me causan tantos prosaicos berrinches y tu, tu sigues creyéndote víctima. Después de un rato terminé por definirte, mujer. Pequeña multicopista de chantajes refinados y orgullosa sintaxis; y todo esto, exclusivamente, para decir, en la magnanimidad de mi austero lenguaje: Te odio.

sábado, 28 de abril de 2007

Heideggeriano

Murmuro tranquilamente algo indescifrable a tu oído derecho. Tú, apacible a pesar de los salvajes golpes que emana tu pecho desde su núcleo, me volteas brusca y pasionalmente el rostro para susurrarme la respuesta exacta con la que siempre concluye nuestro pequeño e interminable diálogo. No sé si pudiera pedir más. Irremediable y agotadoramente, todo termina estupendamente y yo no puedo mas que finalizar alargando mi sonrisa. Por fin, puedo sentir el aire entrar a mis pulmones a través de la impresionante ola calurosa que destilaba tu cuerpo, e inspiro una tremenda bocanada de aire ‘puro’ para poder volver a percibir aquel olor dulce que corre por tus muslos y que nace justo en las venas más cercanas a tu corazón.

Con una fuerza sobrehumana, me avientas al lado derecho de la cama sin previo aviso y me preguntas en voz baja y lenta << ¿Todavía queda agua? >> A mi casi me da el infarto y te respondo entre sorprendido y molesto que –Ya sabes donde está el agua de jamaica, y si ya no hay, puedes hacer más –De un momento a otro bajamos desnudos los 3 o 4 escalones, te envoltijas y nos disponemos a comer. Pasamos de la sopa a los frijoles bayos (que no son del todo tus preferidos) y pasados 10 minutos después de limpiarme los dientes con un palillo, me despido de ti. Me regalas un dulce y tierno beso e hilarante me dices – Te veo en la noche mi cielo, que te vaya bonito– Anonadado y pensativo me alejo unos cuantos pasos, acercándome a la puerta y pienso para mi mismo –¿Quién la entiende? –Cierro la puerta y aun alcanzo a oír el grito desesperado por una oreja que lo escuche de –No olvides que te amo –pero me alejo sin voltear y doy la señal de que llevo prisa.

En el transcurso del día, no puedo más que pensar en el porqué serás así de rara conmigo y me deleito escuchando la sinfónica estación sintonizada por el finísimo chofer de un microbús destartalado a manos de la ‘preciosa’ ciudad que es el Distrito Federal. Interrumpiendo su melodiosa y afinada voz, el chofer grita amablemente –Si le pasan bien por en medio de las dos filas por favor –Cortésmente le hago un corte de manga y desde el fondo de mis entrañas pienso que todo sería más fácil si tuviera mi propio auto. Pero callo la mayor parte de mis insultos, porque sino, es muy probable que su chalán de 15 años, me ande partiendo mi madre. Tres, quizá cuatro veces más, el esbelto chofer interrumpió la balada más dolorosa de los Bukis para recalcar en que no van a caber las otras 30 personas que desean subir al pesero si no nos doblamos a la mitad y nos sentamos en las piernas de las otras 30 personas que van incómodamente sentadas. Finalmente, llego a mi destino y mis entumecidos pies, intentan no sufrir los estragos de los pisotones que me dieron alrededor de 24 pares de zapatos de tacón de aguja. Camino un poco más apresuradamente y veo en el reloj del celular, que temprano ya no es y que si deseo llegar, tendré que correr.

En el camino, sufro una vez más tratando de entender a mi mujer en sus variadas máscaras y me encuentro a uno de esos pequeños entes que, en múltiples ocasiones, cuentan alguna gracia y otras tantas solamente comentan lo que los medios ya repitieron una media docena de veces entre los tres noticieros que tienen al día. Me empieza a contar que tiene traumas con sus relaciones amorosas, y en vez de apoyarla, me dedico a mover la cabeza y a decir en orden estrictamente aleatorio –A órale, –Y luego, –No pues que feo... –Después de ir a la mitad de su plática, este pequeño ser indefinido, cae en la cuenta de que mi atención en su tema es nula y trata de jalarla inesperadamente preguntando –¿Si me entiendes no? –A lo que yo contesto felizmente –No pues que feo. La desesperación total es alcanzada por este pequeño ser, al verme reír tremendamente y en un arranque de esos telenovelescos, me señala con la punta del dedo y en tono bastante enojado, me dice –¡Eres un malo! –Sigo riendo y me sigue apuntando con su dedo intentando convertirlo en un rifle de dos cañones cargado con balas expansivas. Más molesta y sin ninguna tapujo, me dice –¿Y por lo menos me vas a decir de que te ríes?... –Poderoso, casi inmortal y a sabiendas de que soy un verdadero cínico, le contesto –¡Ah! Es que me acabo de echar un pedo...
...

miércoles, 25 de abril de 2007

El Triunfo De La Derrota

Apoyas el primer pie en el lugar de la acción y la pierna poseedora del segundo pie, todavía se estira intentando agigantarse a un par de segundos justo antes de que todo comience. Seguido, arqueas un poco tu espalda para lograr la posición indicada y rezas la versión minimalista del ‘Padre Nuestro’, pidiendo por este día, por ti, por este suceso tan importante. En un instante, sin pensarlo, escuchas el disparo (en sus versiones más presuntuosas) y te sientes como si fueras jalado involuntariamente por una carreta de bueyes desbocados hacia un barranco... todo esto, voluntariamente. Lo empiezas a dar todo, incluso más de lo que jamás creíste, empiezas a sentirte caliente, no sientes la fatiga, los músculos no le responden a tu mente como si ya estuvieran programados con una única meta... Llegar al final. Sientes que todo terminará rápido y que solo necesitas ese ‘plus’ que sabes puedes dar y más ahora. Súbitamente, testereas una ola de energía que no sabes si esta a la par o delante de ti e intentas desparecerlo con tu cuerpo y energía. El último segundo, el último trágico segundo... Una milésima de segundo te separa de la gloria, al únicamente poder ver, de la parte lateral a la inferior del alma de tu contrario. Sientes que una, tal vez dos o hasta tres te dejan atrás. Subes al podio temeroso, dibujas una melancólica sonrisa de felicidad y aguardas. El segundo escaño te espera, finalmente, fuiste el primer perdedor.
...

Tevelisión

Ni una palabra. Enmudezco. Ni una palabra. Punto. Si se leyera todo lo que he escrito, incluso los signos, se leería tres veces seguidas punto, pero ya he dicho demasiado. Me silencio. Desquiciada y súbitamente sofoco las palabras que no he dicho, tapándome la boca con la mano derecha y apretando insistente y fuertemente con la siniestra. Ni una palabra. En trance, mis ojos permanecen impávidos y mi pupila se dilata cada vez más, presiento que explotará en cuatro segundos y parpadeo a los tres. Muchas palabras. Al final, ni una sola palabra. Nadie me ha escuchado, soy casi como aquel relato del árbol que cae y que no produce sonido, aunque siempre he pensado que sí lo hace, pero callaré, odiaría dejar sin cuestiones filosóficas a los que se ponen a pensar más tiempo del debido en ello. Demasiadas palabras que al final nadie ha oído, ni siquiera podría decirse que estoy loco porque nadie me ha visto siquiera mover mis labios, gritar deletreando palabras en silencio, hablar para mi y para nadie a la vez... tal vez he esbozado una sonrisa, solo tal vez, pero no me he dado cuenta. Ni una palabra.

La orilla de la cama es el lugar, los noventa grados que conforman al borde (como todos los bordes) son mis preferidos, creo que eso lo aprendí hace poco, no lo sé, ¿qué tanto se puede saber siendo tan pequeño? Se estira por completo como por arte de magia dicha parte de mi cuerpo que se encuentra en mi mitad inferior, ladeada y acomodada pero incómodamente a mi izquierda, que para abreviar le denominare como ‘pierna’, su parte equivalente se arrejunta al calor de su quasi-gemela (que también llamaré pierna, pero es de suma importancia no confundir ‘pierna’ con la primera ‘pierna’ descrita... podría ser caótico el asunto) pareciera que el conjunto de las dos ‘pierna’ es una perfecta directriz de un triángulo rectángulo trazada con un compás gigante utilizada justo para indicar donde se encuentra la coyuntura más importante de mi cuerpo a la cual no le denominaré de ninguna manera para que mi texto siga siendo de 'clasificación A'. Ni una palabra. Pero esta vez estoy seguro de haber dibujado los cimientos imperfectos de mi sonrisa a lo largo de un rostro ajeno a la mente. Al final, dudo seriamente que los compases se hayan creado para corroborar que los cuerpos humanos son perfectamente imperfectos y que las directrices sean para determinar como me encuentro posicionado en este momento... aún así creo que formo un perfecto ángulo de –90 grados ya que ahora estoy sentado a la inversa. 270 grados... alguna vez pensé que no podía, pero lo hice, me retaron a multiplicar un número de tres cifras por otro numéricamente idéntico, mentalmente; lo intento... 270 grados por la mitad... 270 por 135... 36450, seguramente es ese el resultado pero lo confirmaré luego. Ni otra, ni ninguna palabra.

Es increíble, tanto tiempo pensando y sigue sin haber palabras; seguramente siquiera se imaginan lo que estaba pasando; siendo temprano, un cuarto ennegrecido por el horario de invierno, sombrías sombras externas dibujando variadas y coloridas líneas caloríficas por la rapidez de su movimiento, vaho cubre-ventanas y el destello más importante del secuestrante lugar mide alrededor de 7 decímetros, 70 centímetros o tan solo 700 milímetros, y yo, siendo más grande que él, me encuentro hipnotizado por su adictivo contenido... creo que no es de importancia medir cuidadosamente su altura, resaltando su efecto.

Zombie. El corazón siento que estalla, imágenes rojas, azules, verdes y colores que seguramente mis ojos no alcanzan siquiera a percibir pero que se cuentan como pixeles en los celulares, forman imágenes que aparecen en la pantalla y penetran en mi cerebro. Mi atención se enciende a la par del comienzo de aquel tremendo acontecimiento. Como si no fueran suficientes mis principios de sordera y aún escuchando bien, subo el volumen para escuchar su voz y así aislar cualquier ruido externo al del aparato. De abstenerme siempre y denominarme la mayor parte de las veces como ateo, REZO y rezo en serio, pido por mi, por mi aparato, por mi mamá y su pago oportuno y en un último, pero no menos importante caso, por la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y en que hayan cumplido cabalmente su trabajo y no haya cortes ni apagones repentinos de su material principal de trabajo... etc. etc. Todo por eso tan precioso que va a suceder. Detesto las interrupciones, la estúpida frase del ‘to be continued’. Me podría también encasillar como vividor del presente ya que odio el mañana, odio esperar. La intriga me carcome los huesos y quisiera explotar y despotricar en contra de los medios, de los productores, del maldito editor de este tonto comercial de bebidas energéticas que pasan cada 7 minutos con 39 segundos, soporto de todo, menos los comerciales; me inhibe el sueño esa intriga, daría todo por solamente vivir para esto. A veces ruego un poco más, ruego por la vida del presidente... Imagínense si lo llegaran a matar... Otras veces solamente pido por el narcotráfico para que no agarren a ningún capo y unas tantas más deseo inhibir mi fisonomía... Sí, si se lo preguntan soy una muy buena persona que busca el bien de todos pero lo más importante es que ¡Interrumpirían mi programa!

Mientras tanto disfruto de las emociones, del tedio de esperar, de la frustración de cada nuevo comienzo y la recapitulación de los últimos 900 segundos del capítulo anterior. Aún así el aparato sigue inmutable, emitiendo flashasos memorables en mi inconsciente, jamás cambia el canal... no hay errores, todo está ya calculado. Mi vida depende de una simple y vana historia... ¿Y qué es lo más triste del asunto? Qué fácil de respuesta es esa pregunta... Que esta historia debe terminar algún día... Termina y enciendo mi cerebro de nuevo... Ni una palabra.
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Lennon

Empiezo a escribir el Nueve de Octubre. El espectro de luz que alumbraba mi cuarto era más que suficiente para verme reflejado en lo circular de tus anteojos; en un instante giré mi cuello 47, quizá 48 grados y vi que empezaba a llover mientras la sombra de la puerta te cubría tenuemente un cuarto del rostro. Toda la noche estuviste imperturbable, firme e inmutable cual roca y yo... yo simplemente pensaba en ti. A eso de las 11:43 con 34, tal vez 35 segundos del día siguiente, escampó y realicé que pasaste en vela toda la noche y que igual que ayer, anteayer y todas las demás formas del ‘ayer’ habías amanecido a mi diestra, listo para seguir haciendo historia y sumando días a mi pasión.

¡Hoy te vi en la tele! Estuviste excelso, claro, como siempre y como era de esperarse; ese especial que te brindaron los medios es de lo poco que les alabo, me habría gustado quedarme toda la eternidad contemplándote... ¿Alguna vez te he dicho que eres una persona exageradamente hermosa? O ¿Que eres la figura artística más importante que jamás haya pisado este mundo? Sí, seguramente lo he hecho unas 34 mil 875 veces... pero aún así no me canso de hacerlo y muy probablemente no me cansaré por que te amo.

¡Eres un genio! Esa presentación tuya en aquel país que no se pronunciar su nombre pero que seguramente toma Coca-Cola, fue fantástica; me habría encantado haberte acompañado; derrochaste energía, no se como hay gente que puede hacer comentarios negativos sobre tu persona, si eres... eres tan GRANDE, eres magnífico, se nota que ‘ellos’ no saben de arte, menos de música ni de talento, inspiración y vanguardia, digo, por algo, para mí como para más de la mitad sabia de este mundo (si no es que la totalidad), eres más grande que Jesucristo.

Esa estúpida persona que se pasea a tu lado me vuelve loco. ¡Carajo! ¿Porqué no simplemente te deja en paz? Debería saber que diario espero verte, oírte, que sueño contigo, que me muero por ti, porque tu eres mío, mío y de nadie más. Claro aunque tu tienes tu vida y eres famoso y muchas cosas más pero yo siempre te apoyaré en todo lo que hagas.

Provocación. Me levanté muy temprano hoy, mi temperamento fue el más afectado por estas últimas mal pasadas y mi cuerpo sufre los estragos; tengo la sensación de haber naufragado en alguna playa mexicana y aún así sólo quiero saber de ti... No sé porque no te pasan en el radio, se que tienes unas dos horas diarias dedicadas a ti en aquella estación que me enseñó a apreciar mi padre, pero yo quisiera oírte en todas y a todas horas, quisiera cantarte a toda hora sin que mis amigos me dijeran con voz de pito mal afinado –estas traumado con ese wey, y lo peor es que ya murió- y siempre les contesto hostilmente un –¡Cállense pendejos! ¿¡Ustedes que saben!? ¡Ustedes oyen rebelde!- y se empiezan a reír... no se si sea por vergüenza de admitir que lo oyen o de mi y de mi amor hacia ti.

Por fin, al levantarme adormilado y apáticamente como siempre oí a lo lejos uno de tus más grandes éxitos y corrí al radio a buscar la estación en la que estaba sonando... la encontré y fui tan feliz, no sabes cuanto. De verdad habría querido vivir cuando tu lo hiciste, me habría encantado ir a uno de tus conciertos, seguirte, conocerte, tocarte, amarte cuando todavía vivías... No se porque no fue así, y tal como tu lo hacías le eché la culpa a Dios, ¡Ja! Lo único que puedo agregar por hoy es que en serio me haces muy feliz y que daría mi vida por haberte conocido.

Estuve pensando, no se si algún día pueda dejar de quererte... aún así me siento triste, yo casi doy la vida por ti y tu jamás me has hablado, tengo todos tus discos, tengo canciones que baje de Internet que nadie había oído jamás ¿y tu que me has dado? Un poster en la pared con tu firma y la de tu banda, frases celebres y un vago sentimiento de querer regresar el tiempo para solamente conocerte a ti y advertirte de tu futuro... Sufro, río, lloro, me enamoro y tu sigues inmutable. Pero tal vez eso sea lo que te hace grande... haber muerto, quien sabe, tal vez hoy estarías cantando reggaeton si no hubieras fallecido, o tendrías muchos más escándalos y mucho menos importantes que los que causaron revuelo e hicieron historia cuando viviste; ¿quien iba a decir que gracias a tu trágica muerte a bordo de aquel vehículo te convertiste instantáneamente en leyenda? A veces doy gracias por esto y otras tantas quisiera ir a aquella penitenciaría y asesinar con un revolver Charter Arms calibre 38 de seis tiros a ese imbécil, solamente le dispararía cuatro veces, sería muy irónico... pero así vengaría tu muerte como tanta gente lo desea. Hoy guardo luto. Ocho de Diciembre.
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martes, 24 de abril de 2007

Hollywoodense

Nos encontramos entre y a orillas del desierto; las calles, las pocas que existen, se encuentran maltrechas y resquebrajadas además de estar delimitadas por cactáceas en las insípidas aceras; al fondo, se halla una luz intermitente en lo alto de aquel establecimiento, desgastada por los años tintinea y parece fundirse junto con el foco, la música entre reverberante y desafinada sale por los huecos de la pared y solo es interrumpida por los desahogados gritos de los teporochos de aquella cantina. Frío. De pronto el silencio en la oscuridad es alumbrado por un intempestivo destello y un gemido ahogado; tres bandidos con jorongos a espaldas, bigotes bien peinados y un sombrero bastante notorio salen dando un portazo; el hombre que se encuentra tirado de dorso, de tez blanca, por supuesto, se le nota la falta de melanina por sus ojos claros, color azul, bien peinado a pesar del ajetreo intenta escapar, esconderse o simplemente ponerse en pie, pero aquel aguarrás (con un león de mascota que también parece estar bajo el influjo de aquel misterioso brebaje) se lo impide de manera más que evidente; el ‘boss’ de aquellos tres pistoleros le da un ultimátum – Despídete güerito- enseñándole la bala que habrá de penetrar su cráneo y despojarle de la vida...
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Sueño No Soñado

Perfume. En un momento me vi caer a mi mismo en un vacío increíble, todo era oscuridad y tinieblas, jamás toqué el fondo; una jirafa policromada me bajo de las alturas, me abracé a su cuello y bajé por la resbaladilla que era su espina dorsal. Selva húmeda y yo vestido cual aborigen. Llegó la tormenta y los cazadores que bailaban efusivamente con un par de leones y una cebra se hicieron polvo. Me encontraba sólo de nuevo cuando apareció mi madre con el desayuno; píldoras, una jeringa y varios frascos con inscripciones chinas adornaban la bandeja plateada al lado de mi cama. Pupilas dilatadas, círculos hipnóticos coloreados por niños de primaria y las venas tensas con una liga fue con lo que me encontré al despertar, al fondo había una salida. Corrí lo más rápido que pude y la puerta se hacía cada vez más pequeña y distante.

Decidí que era inútil seguir corriendo pero mis piernas no me obedecían más. No sé porque un cuadro pegado a la puerta, que se había vuelto no mayor a medio metro de altura, sangraba. Un payaso agonizaba dentro del cuadro y a mi me daba risa. De un salto me abordó el delirante e irónico ente y me gritó una serie de cosas en lenguaje ‘payacesco’ creo tratando de advertirme algo, mas lo único que capté fue un poco de su mal italiano. Una banda de cholo-gangsters le disparó a quemarropa con unas pistolas que enseñaban las onomatopeyas del sonido producido por las mismas armas. ‘Bang Bang! You’re dead’ me escupió uno de ellos y lo último que vi fue como sus huellas se convertían en los diamantes de las cartas de casino.

Incertidumbre. No sabía que hacer; si correr a vengar la muerte de mi amigo (la verdad no sé si era mi amigo, pero me sentía ligado a él en algún aspecto muy recóndito y misterioso) o esconderme y librar mi destino. Empecé a correr por inercia cuando en la calle empezó a sonar un teléfono en un buró muy parecido al de mi cuarto. Tal como en las caricaturas imaginé la pantalla dividida en dos. Al otro lado se encontraba mi novia... Me hablaba para despertarme, se había hecho tarde. ¡Y con lo que me gusta dormir! Duermo... Sueño... Vivo.
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Azul Es Nombre De Niña

Tal vez esto los asuste... al menos a mi me asustó; me asustó el por qué empecé a pensarlo; le daba vueltas a cada uno de mis pensamientos de aquel día, parecía que todos eran sanos, y en efecto lo eran; ese era el punto... Me sentí raro dentro de mi mismo, hacía un bonito día, era soleado y no se veían posibilidades de lluvia, aunque, para ser sinceros, ya no disfrutaba como antes aquella sensación de una gran energía calurosa posándose sobre mi cara cuando la sentía fría... Ya no era agradable todo aquello, sentí muchas cosas que hasta se me hacen difíciles de explicar. Y de repente, aquella pequeña idea fue ampliando sus horizontes; irremediablemente, como aprendí en la buena clase de Salas, a mi idea le cayó levadura...

Quería echar a perder mi vida...

Y no específicamente en ese sentido, en el que seguro se interpreta de primer vistazo, no, no, tal vez solo fui muy lejos con esas palabras, que, claro se podrían cambiar por "Quiero Sufrir", pero esa estaría peor; en mi punto de vista; tal vez sería mejor describir el mero fin del pensamiento... Quería que mi vida fuera interesante.

Alguna vez, me gustaría conocer, en algún vago y triste sueño a una sola de todas esas personas que empezaron con la mierda aquella de "Vive cada día como si fuera el último..." o "No hay dos vidas" cualquiera de esas frases tan conocidas y, de hecho, por todos dichas en algún momento de nuestra efímera y corta vida, y les preguntaría a cada uno de aquellos celebres y a la vez desconocidos personajes ¿Qué querían decir en verdad? o ¿Cómo se puede vivir "al máximo" todos los días de tu vida si se tienen mil y una ocupaciones? Yo llevaba mas allá aquel termino, quería que mi vida fuera intensa; y de ahí en adelante brotaron de repente botones de otros pensamientos que rápidamente eran absorbidos por el mayor de ellos.

¿Nunca se han sentido así?

De repente me sentí intimidado, y envalentonado por una película (jaja aquí dejaran de leer si les digo que fue la de AmarTeDuele) a sacar todos mis sentimientos, no les pondré el mismo ejemplo, escaparse con "el amor de tu vida" para irse a vivir a un mundo donde no fueran señalados por las tan marcadas diferencias socio-económicas/culturales; ¡No! Yo quería algo más real, más ahm no se, menos melodramático... y pensaba en muchas situaciones. Era más factible (mucho mas) tener sexo con alguien, si, sexo; no hacer el amor porque ahí; daría un vuelco todo este asunto; por cualquier situación ya fuera una profunda embriaguez, despecho, calentura, soledad o simplemente la mía... ¿Debe ser interesante poder tener que darle la cara al mundo real estando frente a una "atrocidad" así no? Tener que vivir en un mundo solo (solo... al frente de una nueva familia) viviendo "al día" y soportar lo "duro" de la vida... Aun así se me hacia demasiado excitante, interesante... tentadora...

Todo esto, aunado a mis pocos y non-gratos traumas psicológicos respecto a lo que a relaciones amorosas se refiere, me hizo chistosa la situación; me sentí tan feliz de haber encontrado una forma de, como decirlo, no ser feliz pero, ser alguien fuerte, que saliera adelante con la cabeza en alto, que sabía que en mi mente lo tenía todo para sobreponerme a cualquier problema; terminé perdiendo la idea... triturándola a lo más mínimo, la vi desvanecerse como vil fantasma de mis lúgubres ideas, con la promesa de reaparecer en cualquier momento que yo así lo decida y acabar con lo poco que me queda de sentido común...

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